Tras dos meses de un bloqueo implacable que ha sumido a Gaza en la hambruna, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, permitió ayer la entrada de una ayuda humanitaria “mínima” al enclave, suficiente apenas para un plato de comida y un pan por persona, según estimaciones de la ONU.
La decisión, tomada bajo presión diplomática para evitar la pérdida de apoyo internacional, no alivia la crisis que afecta a 1.8 millones de gazatíes al borde del colapso.
Desde el 2 de marzo, Israel restringió el acceso de alimentos, medicinas y combustible, alegando que Hamás se apropiaba de los recursos.
Sin embargo, analistas señalan que el bloqueo busca presionar al grupo islamista en negociaciones estancadas, castigando colectivamente a la población civil.
La Cruz Roja advierte que la desnutrición aguda ha ingresado a 9,000 niños en 2025.
Netanyahu, quien anunció que Israel controlará toda Gaza para supervisar la distribución, enfrenta críticas por usar la ayuda como moneda de cambio política, mientras su ofensiva militar ha dejado 53,119 muertos, mayormente mujeres y niños.
Organizaciones humanitarias exigen un alto el fuego y el fin del bloqueo, calificando la situación como un “genocidio