El Banco Central Europeo (BCE) ha decidido aumentar las tasas de interés por novena vez consecutiva en respuesta a la inflación persistentemente alta y el riesgo creciente de recesión en la zona euro.
La última subida de tipos, realizada el jueves, implicó un incremento de un cuarto de punto porcentual, llevando el tipo principal del BCE al 3,75%, su nivel más alto desde 2000, cuando se estableció en un nivel similar. El tipo principal de refinanciación se situó en el 4,25%.
El BCE justificó su decisión argumentando que, aunque la inflación está disminuyendo, se prevé que siga siendo demasiado alta durante un período prolongado. En sus declaraciones, el banco central enfatizó que sus futuras decisiones se encaminarán a mantener tasas de interés lo suficientemente restrictivas para lograr un retorno oportuno de la inflación al objetivo a mediano plazo del 2%.
La zona euro ha enfrentado una persistente presión inflacionaria, y aunque el crecimiento general de los precios al consumidor ha disminuido a la mitad desde su máximo de 10,6% en octubre de 2022, los economistas han anticipado nuevas alzas en las tasas de interés. La tasa de inflación se redujo al 5,5% en junio desde el 6,1% de mayo, pero aún se mantiene significativamente por encima del objetivo del BCE del 2%.
En una conferencia de prensa posterior, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, declaró que el equipo del banco tiene una «mente abierta» en cuanto a las decisiones futuras. Indicó que el BCE podría optar por aumentar o mantener las tasas de interés estables en septiembre, pero dejó claro que no planean reducirlas en el corto plazo.
Esta medida del BCE tiene como objetivo contener la inflación y estabilizar la economía en la zona euro, aunque también plantea desafíos en un contexto de creciente incertidumbre económica. Los mercados y los analistas estarán atentos a las próximas acciones del banco central y su impacto en la evolución económica de la región.
