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domingo, abril 28, 2024

«Infiltración Criminal en Acapulco: Los Cárteles Consolidan Control sobre el Puerto desde Enero de 2006»

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A partir del 27 de enero de 2006, cuando tuvo lugar una balacera de casi 40 minutos en la populosa colonia La Garita, Acapulco cayó en manos del crimen organizado y durante 17 años ha estado sumido en una constante narcoviolencia.

Ejecuciones, masacres, extorsión y cobro de piso se han convertido en una realidad cotidiana que ha ahuyentado a los visitantes extranjeros, según expertos en el tema.

En la actualidad, la economía de la ciudad se mantiene del turismo nacional, principalmente de los viajeros provenientes de la Ciudad de México que, hasta antes del impacto del huracán Otis, acudían los fines de semana, días de asueto y periodos vacacionales.

Un preludio de lo que habría de venir para el puerto sucedió el 25 de enero de 2005, cuando el presidente de la Oficina de Convenciones y Visitantes de Acapulco, Alexis Iglesias Aragón, fue asesinado en la Vía Alterna, al salir de su domicilio.

Un año después, el 27 de enero, policías municipales y miembros del grupo Los Pelones, perteneciente al cártel de Sinaloa –quienes portaban insignias de la Agencia Federal de Investigación–, se enfrentaron con rifles AK-47, AR-15 y granadas de fragmentación, con saldo de cuatro presuntos criminales muertos, así como cuatro uniformados y tres transeúntes heridos.

Tres meses más tarde, el 20 de abril, frente al lugar de la refriega, las cabezas del comandante Mario Núñez Magaña y del oficial Alberto Ibarra Velásquez –adscritos al Grupo Relámpago–, secuestrados días antes, aparecieron clavadas en la reja metálica de un muro de la coordinación administrativa Costa Chica y Costa Grande de la Secretaría de Finanzas del gobierno de Guerrero, con una nota en la que se leía: para que aprendan a respetar.

Las víctimas participaron en el enfrentamiento con presuntos narcotraficantes ocurrido en La Garita, donde murieron cuatro sicarios integrantes de la banda Los Pelones, supuestamente al servicio de Joaquín El Chapo Guzmán, entonces capo del cártel de Sinaloa.

Fue así que Los Pelones y Los Zetas –cuando aún pertenecían al cártel del Golfo– comenzaron una cruenta disputa por el territorio de la franja turística para el trasiego de droga, lo que poco a poco fue dejando atrás el ambiente familiar y pacífico en esa área.

Con el paso de los años, la icónica avenida Costera se convirtió en centro de operaciones de otras organizaciones criminales, que se apoderaron también de los accesos a la playa, donde controlan la llegada y venta de estupefacientes; en esta zona, durante 2023, se han perpetrado numerosas ejecuciones y ha habido picos de violencia en años anteriores, como en 2011 y 2015.

Actualmente, el grupo de Los Rusos es el dominante y busca mantener su hegemonía en el puerto, ante sus rivales del Cártel Independiente de Acapulco y el de Caborca, que es apoyado por el de Sinaloa, además de escisiones locales de bandas delincuenciales que operan en el puerto el narcomenudeo y el cobro de piso.

La fiscal estatal Sandra Luz Valdovinos ha advertido que la violencia suscitada en las playas de este destino turístico se debe al interés de grupos delictivos en la extorsión, venta de droga y el ingreso de la misma a través del mar.

Los tentáculos del crimen abarcan desde Caleta y Caletilla hasta la base naval, donde este año las autoridades han reportado ataques a choferes del transporte público, asesinatos en bares y el incendio de camiones urbanos en diferentes puntos.

De acuerdo con el último reporte de seguridad del gobierno federal presentado en octubre pasado, Acapulco es la tercera ciudad más violenta del país, sólo detrás de Tijuana y Ciudad Juárez.

Disminuyen viajeros y decaen hoteles

A la ola de violencia que comenzó en 2006 en el puerto se sumó la disminución de los springbreakers, jóvenes viajeros estadunidenses que cada año arribaban al lugar; en 2011 fue notoria la poca afluencia y con el tiempo eran cada vez menos los que llegaban, hasta que dejaron de visitarlo.

Al mismo tiempo, sitios emblemáticos como la Condesa comenzaron a bajar su calidad y algunos locales cerraron. De 2006 a 2020, las ocupaciones hoteleras descendieron de entre 70 y 80 por ciento, hasta 20 por ciento, incluso los fines de semana.

Aunado a lo anterior, comenzó el decaimiento de hoteles, primero en la zona tradicional y después en la Dorada, donde las hospederías han luchado por sobrevivir, hasta que las sorprendió el impacto del huracán Otis, el pasado 25 de octubre.

El meteoro ocasionó severos daños en 80 por ciento de los estableciemientos pertenecientes a la Asociación de Hoteles y Empresas Turísticas de Acapulco, una de las agrupaciones con mayor número de afiliados de la ciudad.

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