El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, declaró el jueves que Moscú considera ilegal el bloqueo, la incautación o la retención de sus activos y reservas estatales, así como los de sus ciudadanos en el extranjero. Estas declaraciones se produjeron en respuesta a la promesa de Estados Unidos de transferir fondos rusos congelados a Ucrania.
Peskov advirtió que cualquier intento de utilizar los fondos bloqueados por Estados Unidos y sus aliados europeos llevará a acciones legales y destacó que «ninguno de los casos de tal retención ilegal quedará sin atención». También calificó como «una tontería» las afirmaciones de que existen motivos legítimos para continuar con esta práctica.
Estos comentarios surgieron después de que el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, anunciara planes para proporcionar a Ucrania 5,4 millones de dólares en activos incautados a empresarios rusos sancionados como parte de un nuevo paquete de apoyo por mil millones de dólares. Estos fondos se destinarán a ayudar a los veteranos ucranianos del conflicto militar.
Hasta la fecha, Estados Unidos ha proporcionado más de 43.000 millones de dólares en ayuda a Ucrania desde el inicio de las hostilidades en febrero de 2022. Washington ha estado investigando formas de utilizar los activos rusos congelados para financiar la reconstrucción en Ucrania después del conflicto. El Departamento de Justicia de Estados Unidos incluso ha lanzado una unidad llamada KleptoCapture para hacer cumplir las sanciones contra funcionarios y empresarios rusos, dirigidas a sus activos como yates, aviones y bienes raíces.
Peskov también señaló que en varios países ya se han presentado demandas para recuperar fondos rusos inmovilizados y que algunos empresarios han tenido éxito en apelaciones contra acciones ilegales en su contra. Moscú ha calificado estos intentos occidentales de confiscar activos rusos congelados como «barbarie» y «robo», y ha advertido que responderá de manera similar si es necesario. La disputa sobre los activos congelados continúa siendo un punto de tensión en las relaciones internacionales.