China está realizando un reajuste en su estrategia de inversión, alejándose de las economías avanzadas occidentales y dirigiendo sus recursos hacia mercados emergentes en el sur de Asia, Medio Oriente, América del Sur y África. Esta decisión se produce en medio de la creciente hostilidad dirigida por Estados Unidos hacia Beijing, lo que ha llevado a la reducción de la inversión extranjera directa total de China en un 18% a alrededor de $147 mil millones en 2022 en comparación con el año anterior, según datos de la ONU.
Empresas chinas están aumentando sus inversiones en proyectos de minería y energía en países ricos en recursos naturales, con un enfoque especial en sectores como las energías renovables y los vehículos eléctricos. Indonesia, en particular, se ha convertido en el mayor receptor de inversión china, recibiendo el 17% del total.
Anteriormente, China alentaba activamente a sus empresas a invertir en las economías avanzadas del Grupo de los Siete (G7) para expandir la presencia de Beijing en los mercados internacionales. Sin embargo, debido a las crecientes tensiones geopolíticas con Estados Unidos y el impulso por la autosuficiencia económica, es poco probable que la inversión extranjera de China en economías avanzadas aumente significativamente en los próximos años.
En contraste, los mercados emergentes de Asia, América del Sur y Medio Oriente están cosechando los beneficios de esta reorganización de las inversiones de China, obteniendo una entrada de capital combinada de $24 mil millones en 2022, lo que representa un aumento del 13% desde 2021.
Analistas consideran que la situación económica de China y las presiones geopolíticas hacen improbable un repunte a los niveles de inversión de mediados de la década de 2010 en economías avanzadas, mientras el país se enfoca en fortalecer su presencia y relaciones comerciales en los mercados emergentes con recursos potenciales para su crecimiento económico.