Desde el año 2022, Celaya, una de las ciudades más importantes de Guanajuato, México, se ha convertido en el escenario de una batalla sin cuartel entre agentes y criminales. En el último año, al menos 22 policías han perdido la vida en ataques violentos. EL PAÍS acompaña a un grupo de agentes en sus patrullajes nocturnos.
La cruda realidad se manifiesta en cruces rojas dejadas en esquinas polvorientas, marcando los lugares donde miembros de bandas criminales han caído en enfrentamientos con la policía. El recuento de bajas incluye no solo a criminales, sino también a valientes agentes que enfrentan una situación de guerra en las calles de Celaya.
Las tácticas agresivas empleadas por los grupos criminales para evadir a las autoridades, como bloquear carreteras y arrojar objetos peligrosos, han llevado a la ciudad a vivir una realidad distinta, donde no se trata simplemente de evadir, sino de eliminar a la autoridad. Celaya ha experimentado una crisis de violencia brutal, con matanzas y actos violentos que desafían la comprensión.
Los policías han sido atacados en diversas circunstancias, ya sea en días de descanso, en patrullajes rutinarios o incluso cuando están acompañados de sus familias. La violencia se ha vuelto sistemática, y los agentes enfrentan una realidad bélica, como lo evidenció el ataque del 1 de febrero en Pelavacas, donde tres criminales y dos policías murieron.
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha reconocido la situación, pero la pregunta persiste: ¿por qué Celaya? La ciudad enfrenta una guerra evidente que contrasta con otras ciudades del estado de Guanajuato. La violencia ha llegado a niveles extremos, con tácticas criminales que desafían la autoridad y buscan eliminar a los agentes.
La realidad que enfrentan los policías de Celaya se asemeja a una guerra contra un «ejército experto en guerrilla», según relata uno de los agentes. La ciudad se encuentra sumida en una situación crítica, donde la batalla por el control y la seguridad está en pleno apogeo, y las cruces rojas en las esquinas son recordatorios trágicos de los sacrificios realizados en el frente de batalla.
