En Oaxaca, donde de nuevo los caminos se hacen con la paciencia del barro, el gobernador Salomón Jara Cruz ha tomado la decisión de seguir siendo un político de territorio.
En declaraciones a la prensa, no con la arrogancia de un funcionario blindado sino con la familiaridad del que se sabe parte de esa tierra, Salomón Jara pintó un retrato de lo que, según él, está ocurriendo en las entrañas mismas de la entidad: una transformación que no se predica desde los escritorios, sino que se pisa, se respira, se ve.
Mientras hablaba, había en su voz algo del viejo narrador de pueblo que no olvida el nombre de ninguna vereda.
Mencionó caminos artesanales pavimentados en lugares donde antes se pensaba que el concreto era una leyenda, como en Coixtlahuaca, donde —según sus palabras— diez kilómetros de camino cambiaron la cotidianidad de un pueblo entero.