En las últimas semanas, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha sido sacudido por una serie de renuncias de cuadros importantes, lo que ha generado una creciente crisis al interior del partido. Figuras destacadas como Omar Fayad y los legisladores del PRI en el Congreso de Hidalgo han presentado su renuncia o han mostrado descontento al no respaldar las decisiones partidistas.
La situación se ha agravado aún más con la posible salida de senadores del PRI, quienes podrían anunciar su partida el próximo lunes 3 de julio debido a sus desacuerdos con la actual Dirigencia Nacional encabezada por Alejandro Alito Moreno Cárdenas.
No obstante, estas diferencias y tensiones dentro del partido no son nuevas, sino que se han venido acumulando desde la pérdida de la Presidencia de la República en 2018. El PRI ha enfrentado dificultades para mantener su relevancia política, especialmente ante el ascenso del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que actualmente gobierna en más de 20 entidades.
Tras su derrota en el año 2000, muchos auguraron el fin del PRI, ya que perdieron la titularidad del Ejecutivo Federal y su poder en el Congreso de la Unión se había reducido. Sin embargo, el partido logró regresar a la Presidencia de la República después de 12 años con la victoria de Enrique Peña Nieto en 2012.
A pesar de su regreso al poder, el PRI enfrentó numerosos escándalos de corrupción, como los casos de exgobernadores y exfuncionarios, así como la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y las controvertidas reformas estructurales. Estos acontecimientos debilitaron la imagen del partido y la confianza de la ciudadanía.
En las elecciones de 2018, el PRI sufrió una fuerte derrota, obteniendo cerca de 10 millones de votos menos que en la elección anterior. A partir de entonces, el partido inició un proceso de renovación con el objetivo de encontrar una nueva dirección.
Sin embargo, este proceso no estuvo exento de dificultades, ya que se presentaron renuncias prematuras de prominentes figuras como Ivonne Ortega y José Narro Robles, quienes cuestionaron el proceso interno del partido. A pesar de ello, Carolina Viggiano y Alito Moreno Cárdenas lograron asumir la dirigencia del PRI.
En busca de mantener su relevancia política, el PRI formó la coalición «Va por México» junto con el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) en las elecciones de 2021. Sin embargo, los resultados no fueron favorables para el PRI, que perdió varias gubernaturas importantes.
En 2022, el PRI continuó enfrentando dificultades al perder las gubernaturas de Hidalgo y Oaxaca, aunque logró retener la de Durango. En 2023, el partido sufrió otra gran pérdida al perder la gubernatura del Estado de México, considerada como «la joya de la corona», aunque logró retener Coahuila.
A pesar de los resultados adversos, el Consejo Político Nacional del PRI aprobó una reforma estatutaria en diciembre de 2022 para permitir que la Dirigencia Nacional se mantuviera en el cargo por más tiempo. Esta medida fue respaldada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Asimismo, Alito Moreno ha sido objeto de escándalos y peleas públicas con otros miembros del partido, lo que ha llevado a más renuncias.
Frente a la crisis de pérdida de votos y militancia, el líder del PRI ha instado a las dirigencias partidistas a ignorar las renuncias y enfocarse en los miembros leales y comprometidos con el partido.
En las próximas horas, se conocerá el futuro del PRI, especialmente en el Senado de la República, donde ya ha perdido su bancada en Hidalgo. Si se confirma la desbandada en la Cámara Alta, el PRI pasaría de ser la tercera fuerza política a quedar relegado del protagonismo legislativo, a pocos meses de comenzar el proceso electoral de 2024 y de seleccionar a los candidatos que buscarán devolver al tricolor a un papel protagónico en la escena política.