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lunes, mayo 13, 2024

Presidente destaca anhelo de justicia en la Independencia de México y el legado de Hidalgo.

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El presidente Andrés Manuel López Obrador inició las cápsulas de historia en la conferencia de prensa matutina hablando de Miguel Hidalgo y Costilla, representante del pueblo, padre de la patria y precursor de la Independencia.

Sostuvo que esta fue la primera transformación del país, fruto de un anhelo de justicia y libertad, “por ello el grito de libertad y justicia en México, el día 15 de septiembre, va antes que el de la Independencia política”.

La conmemoración del aniversario del inicio de Independencia, el 16 de septiembre de 1810, es la fecha cívica más celebrada por el pueblo de México y no la consumación en 1821, refirió.

“A los mexicanos nos importa más el precursor, el cura Hidalgo, que Iturbide, el consumador. Porque el cura era defensor del pueblo raso y el general realista, Iturbide, representaba a la élite, a los de arriba, y sólo buscaba ponerse la diadema imperial. Hidalgo fue otra cosa. A él le tocó, junto con Allende, Aldama, Jiménez y otros dirigentes populares, enfrentar a la oligarquía dominante y proclamar la abolición de la esclavitud. Hidalgo proclama la abolición de la esclavitud; dicta un manifiesto dejando abolida la esclavitud”, relató el mandatario a partir de la lectura al capítulo ‘Humanismo Mexicano’ de ¡Gracias!, su más reciente libro.

De este modo, el movimiento independentista no comenzó por reacomodos en las cúpulas del poder ni por un sentimiento nacionalista.

“El pensamiento de Hidalgo era subversivo, rebelde; nada en su personalidad lo distanciaba de ser un revolucionario y no se andaba por las ramas. Por ejemplo, en una de sus cartas al intendente Juan Antonio Riaño escribía: ‘No hay remedio, señor intendente: el movimiento actual es grande y mucho más cuando se trata de recobrar derechos santos, concedidos por Dios a los mexicanos, usurpados por unos conquistadores crueles, bastardos e injustos que, auxiliados de la ignorancia de los naturales, y acumulando pretextos santos y venerables, pasaron a usurparles sus costumbres y propiedad y vilmente, de hombres libres, convertirlos a la degradante condición de esclavos’”, narró.

El jefe del Ejecutivo definió a Miguel Hidalgo como un cura bueno y rebelde; un dirigente, luchador social y humanista.

Al mismo tiempo, dijo, Hidalgo era un hombre profundamente humano, un auténtico cristiano. Así lo demostró al quedarse en el Monte de las Cruces, localizado en el Estado de México, y no tomar la Ciudad de México, que estaba prácticamente rendida, para evitar el degüello de miles de oponentes realistas e inocentes.

El jefe del Ejecutivo recordó que ningún dirigente en la historia de México ha recibido más insultos que el cura Hidalgo.

“A diferencia de esta actitud humanista, sus adversarios nunca le perdonaron la osadía de querer igualar a los pobres con las clases más favorecidas. Baste recordar el juicio en que lo excomulgan y la manera en que lo asesinan, le cortan la cabeza y la exhiben como escarmiento por más de 10 años en la plaza principal de Guanajuato, desde 1811 hasta 1821”, añadió.

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