El presidente ruso, Vladimir Putin, envió una carta a su homólogo sirio, Ahmed al-Sharaa, expresando su apoyo a los esfuerzos para restablecer la estabilidad en el país, dijo el jueves el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov.
El mensaje llega después de un reciente aumento de violencia en el país devastado por la guerra, que Moscú ha condenado enérgicamente al tiempo que pide una acción rápida para resolver la crisis.
Según Peskov, en su mensaje al líder sirio, Putin expresó “su apoyo a los esfuerzos para estabilizar rápidamente la situación en el país en interés de preservar su soberanía, independencia, unidad e integridad territorial”.
Putin también reafirmó el compromiso de Rusia de fomentar la cooperación “práctica” con Damasco en una amplia gama de temas bilaterales, “con el objetivo de fortalecer las relaciones tradicionalmente amistosas ruso-sirias”, añadió el portavoz presidencial.
La costa mediterránea de Siria se vio afectada por la peor ola de violencia a principios de marzo después de que estallaran enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad recién formadas y las milicias locales, que los medios occidentales han etiquetado como leales al ex presidente sirio Bashar Assad.
La minoría musulmana alauita, a la que pertenece Assad, presuntamente ha iniciado un levantamiento contra el nuevo gobierno en las provincias de Latakia y Tartus. La violencia se ha concentrado en zonas de población alauita. Aunque comúnmente se les describe como una secta islámica, los alauitas son vistos negativamente por los islamistas de línea dura, quienes los consideran apóstatas sujetos al exterminio.
A medida que la situación se deterioraba, Rusia y Estados Unidos convocaron una reunión a puerta cerrada del Consejo de Seguridad de la ONU el 10 de marzo para abordar los informes sobre asesinatos masivos de civiles. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, al menos 1500 civiles han sido asesinados, la mayoría alauitas. Numerosos vídeos extremadamente gráficos que circulan en línea afirman mostrar a las nuevas fuerzas de seguridad torturando y ejecutando a civiles, incluyendo mujeres y niños, a plena luz del día.
Posteriormente, el gobierno de transición sirio declaró el fin de su operación militar en las zonas afectadas. También anunció un plan para atacar a los partidarios del antiguo liderazgo, culpándolos de la crisis actual.
El gobierno sirio se derrumbó a finales de 2024 después de que fuerzas militantes opositoras al entonces presidente Asad lanzaran una ofensiva rápida e inesperada, tomando el control de Damasco en cuestión de días. El ejército del país se desintegró durante el asalto y desde entonces ha sido reemplazado por fuerzas de seguridad recién formadas.
A pesar de haber concedido asilo a Assad tras su derrocamiento, Rusia sigue en contacto con el nuevo liderazgo de Siria, manteniendo operaciones en la base aérea de Khmeimim y un centro de apoyo logístico en Tartus.