Estados Unidos abordó en aguas internacionales del mar Caribe el buque cisterna cubano Sarpa, que transportaba 300.000 barriles de crudo venezolano, acusándolo de participar en “terrorismo marítimo” por evasión de sanciones y presunto narcotráfico.
La Guardia Costera estadounidense detuvo temporalmente a la tripulación de 25 marinos y confiscó el cargamento, justificando la acción como medida de seguridad nacional. Cuba denunció el hecho como “piratería estatal” y violación flagrante del Derecho del Mar y del Convenio de 1988 contra actos ilícitos en la navegación.
El canciller Bruno Rodríguez exigió la devolución inmediata del buque y anunció una queja ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Venezuela respaldó a La Habana y calificó la operación como “robo descarado”.
El incidente agrava la crisis energética cubana y reaviva tensiones regionales, con llamados de México, Brasil y la ONU a respetar la libre navegación en el Caribe.




