En medio de las preocupaciones de la comunidad internacional por la decisión de Washington de entregar al régimen de Kiev las controvertidas municiones de racimo, prohibidas por más de 120 países porque podrían provocar numerosas víctimas mortales entre los civiles, los residentes de varias naciones de América Latina contaron a RT las graves consecuencias de su uso en la región.
Aunque son pocos los casos de uso de municiones de racimo en América Latina, los hechos registrados han llevado a la mayoría de los países de la región a decidir su prohibición. Así, uno de los ejemplos más notables es la guerra de Malvinas (1982), durante la cual Reino Unido utilizó bombas de este tipo contra las fuerzas argentinas.
Las bombas de racimo suelen lanzar grandes cantidades de minibombas que pueden matar indiscriminadamente, en una amplia zona. Martín Balza, exjefe del Estado Mayor General del Ejército argentino, reveló que estos proyectiles pueden explotar tanto en el aire, produciendo un volumen de fuego letal para el personal al descubierto, como en tierra. «Hay cientos de pequeñas granadas que pueden explotar inmediatamente o pueden tener cierto retardo. Explotan uno o dos días después, o más. Y ahí el mayor peligro cuando se emplean sobre población civil. La población civil no las ve y a veces chicos creen que es una pelota, la toman y produce efectos letales«, dijo.
En Chile, también tuvo lugar un caso relacionado con este tipo de arma. En los años 80, en una fábrica de la empresa Carboen, que estaba encargada de realizar trabajos de municiones de racimo, se produjo un accidente que provocó víctimas. «Fallecieron todos los que trabajaban en aquella fábrica donde hubo un accidente y prácticamente vaporizó a todas las víctimas«, contó Sergio Aranibar, dirigente social y miembro de la campaña internacional contra las minas.
Debido a posibles bajas entre la población civil, en 2008, 123 países adoptaron una convención que prohíbe el uso de las bombas de racimo, aunque EE.UU., Ucrania, Rusia, China y Israel no se adhirieron al tratado. América Latina, por su parte, podría considerarse un área libre de municiones de este tipo. Así, por ejemplo, Colombia decidió eliminarlas por completo y destruyó todas las que tenía.