La recta final de las elecciones presidenciales de Argentina se lleva a cabo en un clima social enrarecido por ejemplos de intolerancia en las calles, diarias amenazas de bombas en el transporte público y denuncias anticipadas de fraude que las autoridades electorales ya se encargaron de desmentir.
Algunos de los hechos de violencia verbal más preocupantes los protagonizan los seguidores del candidato ultraderechista Javier Milei (La Libertad Avanza), quien el próximo 19 de noviembre se enfrentará en el balotaje al ministro de Economía y candidato oficialista Sergio Massa (Unión por la Patria).
«¡Aguante Milei!» y «¡Viva la libertad, carajo!», se han convertido en gritos recurrentes en los espacios públicos. Los lanzan a modo de desafío, de advertencia para quienes no piensan como ellos.
Le pasó, por ejemplo, a una escritora que, a pregunta expresa del taxista, le respondió que votaría a Massa. Bastó que se bajara y pagara para que el chofer la increpara burlonamente con los lemas libertarios.
También está ocurriendo en edificios en los que se generan discusiones entre vecinos que les exigen a otros que no coloquen propaganda antiMilei en puertas ni ascensores.
Uno de los casos más emblemáticos ocurrió esta semana, cuando militantes peronistas que repartían propaganda de Massa en el vagón de un tren fueron sacados a gritos y empujones por parte de simpatizantes mileístas.
El video se viralizó y provocó la preocupación de ciertos sectores de la sociedad que temen que cunda la violencia verbal, o que pase directamente a los golpes.
Caos
A ello se suma el caos que, también esta semana, provocaron diarias amenazas de bomba en estaciones de tren de la capital y su zona metropolitana.
Aunque resultaron ser falsas, el servicio se tuvo que interrumpir durante horas, lo que provocó reclamos de miles de pasajeros. Además, dos escuelas tuvieron que ser desalojadas para que elementos policiales pudieran descartar la presencia de explosivos reportados en llamadas anónimas.
Otro factor que está enturbiando los días previos al balotaje son las insistentes denuncias mediáticas de supuesto fraude por parte de Milei y de sus seguidores que no son presentadas formalmente ante la justicia.
Ello ha encendido la alerta del oficialismo ante el riesgo de que, si Milei pierde, sus militantes quieran tomar el Congreso como lo hicieron los seguidores de Donald Trump con el Capitolio en EE.UU. y los de Jair Bolsonaro en las sedes de los tres poderes de Brasil.
Aunque la Cámara Nacional Electoral ya ratificó la inviolabilidad del sistema y la transparencia del conteo de votos, Milei y políticos y periodistas afines a la campaña ultraderechista siguen sembrando dudas en mensajes en las redes sociales.
Esta semana, el candidato ultraderechista afirmó durante una entrevista con el escritor peruano Jaime Bayly, que en las elecciones del pasado 22 de octubre «hubo irregularidades de semejante tamaño que ponen en duda el resultado«.