Alemania ha emprendido una ambiciosa reestructuración de su ejército, la Bundeswehr, con el objetivo de convertirlo en una fuerza “poderosa y disuasoria” ante crecientes desafíos geopolíticos. El pasado 22 de mayo, la 45.ª Brigada Panzer fue desplegada de forma permanente en Lituania, la primera presencia militar fija de Alemania en el extranjero desde 1945, un hecho aplaudido por los habitantes de Vilna.
Este giro, impulsado por el “Zeitenwende” (punto de inflexión) anunciado por el excanciller Olaf Scholz en 2022 tras la invasión rusa a Ucrania, busca revertir décadas de subinversión en defensa. Con un fondo de 100,000 millones de euros, Alemania se posiciona como el cuarto país con mayor gasto militar, según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo.
El canciller Friedrich Merz apuesta por un ejército líder en Europa, con un gasto proyectado del 3.5% del PIB en defensa, más 1.5% en infraestructura, tras flexibilizar el límite de endeudamiento. La OTAN celebra este compromiso, pero algunos alemanes expresan inquietud por el pasado histórico del país. La brigada en Lituania alcanzará 5,000 efectivos para 2027, reforzando la seguridad en el flanco este de la alianza.
