En China, los precios al consumidor experimentaron una disminución en octubre, lo que sugiere la persistencia de la deflación en la producción y un aumento en las presiones sobre la demanda en medio de los esfuerzos por recuperarse de la crisis pospandémica.
Los datos de la Oficina Nacional de Estadísticas de China revelaron que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) disminuyó un 0.2% en octubre en comparación con el año anterior, una caída mayor de lo esperada, ya que se preveía una disminución del 0.1%. En septiembre, el IPC se mantuvo sin cambios.
Esta caída en el IPC se debió en gran parte a una disminución en los precios del cerdo, que cayeron un 30.1%, después de una disminución del 22% en septiembre. Esto se debió al exceso de oferta de cerdos y la debilidad en la demanda.
El IPC también disminuyó un 0.1% respecto al mes anterior, en comparación con un aumento del 0.2% en septiembre.
La inflación subyacente, que excluye los precios de los alimentos y los combustibles, aumentó un 0.6% interanual, desacelerándose desde el 0.8% de septiembre.
Además, el Índice de Precios al Productor (IPP) cayó un 2.6% en términos interanuales, marcando el decimotercer mes consecutivo de descenso. Los economistas habían previsto una caída del 2.7% en octubre.
Estos datos se suman a los indicadores económicos que sugieren que la recuperación económica en China sigue siendo desafiante, lo que plantea dificultades para las autoridades chinas en sus esfuerzos por restablecer el crecimiento económico.
Para contrarrestar esta situación, el gobierno chino ha intensificado las medidas de apoyo económico, como la emisión de bonos soberanos y la autorización a los gobiernos locales para adelantar pagos de bonos.
A pesar de algunos indicadores dispares, como el crecimiento inesperado de las importaciones y una contracción de las exportaciones, así como la desaceleración de la actividad manufacturera y de servicios, China continúa enfrentando retos en su camino hacia la recuperación económica.
Es importante señalar que China también ha experimentado un déficit trimestral en inversión extranjera directa (IED), lo que refleja la presión sobre la salida de capitales debido a las medidas de «reducción del riesgo» adoptadas por los gobiernos occidentales.
