El sector tequilero de México enfrenta una amenaza significativa debido a un posible arancel del 25% impuesto por Estados Unidos a productos importados de México y Canadá. La medida, promovida por el expresidente Donald Trump, busca presionar a ambos países para reforzar el control sobre la inmigración y el tráfico de fentanilo. Aunque se ha otorgado una pausa de 30 días para negociar, la incertidumbre ya afecta la industria tequilera.
Melly Barajas, dueña de la destilería Azteca Wines and Spirits en Jalisco, destaca el impacto inmediato de la medida en la planificación y producción. La empresa, que emplea exclusivamente a mujeres, ha tenido que detener contrataciones y congelar su cadena de suministro ante la incertidumbre.
Estados Unidos es el principal mercado para el tequila, con importaciones que alcanzaron los 3,800 millones de dólares en los primeros nueve meses de 2024, un aumento del 13% en comparación con el año anterior. De hecho, en 2023, el tequila superó al whisky como la segunda bebida espirituosa más vendida en EE.UU., solo por detrás del vodka.
El impacto de los aranceles no solo afectaría a los productores mexicanos, sino también al sector de la hostelería estadounidense, que aún se recupera de la pandemia de COVID-19. Con precios más altos, los consumidores podrían optar por otras bebidas alcohólicas, lo que afectaría directamente las ventas de tequila.
Barajas subraya la importancia de las negociaciones entre gobiernos para evitar daños irreparables a la industria. «Solo pedimos que nos dejen trabajar», enfatiza, señalando que la imposición de aranceles pone en riesgo años de esfuerzo para consolidar el tequila en el gusto del consumidor estadounidense.
