En un contexto global marcado por tensiones comerciales y decisiones arancelarias inesperadas desde Estados Unidos, México y Brasil han retomado el diálogo para explorar un posible acuerdo comercial. Aunque históricamente este tipo de iniciativas no han prosperado, la reciente conversación entre la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum y su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, renueva las expectativas de fortalecer la relación bilateral entre dos de las economías más grandes de América Latina.
Desde Palacio Nacional se ha mostrado entusiasmo por un posible tratado de “países amigos”, lo que refleja una apertura diplomática de Sheinbaum hacia nuevas alianzas internacionales. Aunque la prioridad sigue siendo mantener una relación estable con Estados Unidos —el principal socio comercial de México—, la iniciativa con Brasil representa una oportunidad de diversificación y cooperación regional frente a un panorama global cada vez más incierto.
Expertos, como Ignacio Martínez Cortés de la UNAM, reconocen que si bien existen desafíos estructurales —como el hecho de que ambas economías compiten en sectores clave como energía, agroindustria y tecnología— también hay un fuerte interés político y diplomático por encontrar puntos de encuentro. Aunque actualmente el interés empresarial mexicano por Brasil es limitado, las condiciones geoeconómicas podrían evolucionar, sobre todo si aumentan los riesgos provenientes del norte.
Brasil, por su parte, ha logrado diversificar su comercio con potencias como China, lo que puede ofrecer a México una hoja de ruta para ampliar su propio panorama comercial. En ese sentido, las coincidencias políticas entre Sheinbaum y Lula podrían allanar el camino para iniciativas conjuntas en temas estratégicos, incluso si no se concreta un tratado formal en el corto plazo.
A pesar de las diferencias económicas, este renovado acercamiento representa un mensaje claro: América Latina busca fortalecer sus lazos internos y aumentar su resiliencia frente a decisiones externas que afectan sus economías. La voluntad política está sobre la mesa. Ahora, el reto será generar mayor interés del sector privado para transformar las buenas intenciones en acciones concretas.
