En la ciudad japonesa de Hiroshima, mientras los líderes del G7 se reunían del 19 al 23 de mayo para fortalecer alianzas políticas y militares, muchos supervivientes del bombardeo atómico que devastó completamente la ciudad hace 77 años expresaron su enfado y decepción ante los resultados de la cumbre.
Setsuko Thurlow, de 91 años, calificó la cumbre como un «enorme fracaso» después de que los líderes hicieran pública una declaración en la que respaldaban la posesión de armas nucleares con fines disuasorios y no mencionaran el tratado que prohíbe este tipo de armamento, según informó la agencia de noticias Kyodo. Thurlow, quien tenía 13 años cuando la bomba atómica devastó su ciudad natal, lamentó la falta de empatía de los líderes del G7 y consideró la declaración de la Visión de Hiroshima sobre el Desarme Nuclear, emitida al final del primer día de la cumbre, como una «blasfemia contra los supervivientes de la bomba atómica».
La Confederación Japonesa de Organizaciones de Sufridores de las Bombas Atómicas también criticó la cumbre del G7, afirmando que se convirtió en una conferencia que avivaba la guerra al respaldar la disuasión nuclear y la seguridad bajo un paraguas nuclear. Jiro Hamasumi, secretario general adjunto del grupo, declaró en una conferencia de prensa en línea: «Las armas nucleares son un mal absoluto que no puede coexistir con los seres humanos. Como superviviente de un bombardeo atómico, estoy indignado».
El sentimiento de las víctimas no solo se basa en el olvido de los daños irreparables causados por las bombas nucleares estadounidenses en Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, sino también en el discurso belicista de aquellos que defienden estas armas como herramientas de disuasión.
Durante una reunión con el primer ministro japonés, Fumio Kishida, el Gobierno de EE.UU. prometió defender el territorio japonés con todas sus capacidades, incluyendo armas nucleares. Según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Japón, el presidente Biden reafirmó el compromiso de EE.UU. con la defensa de Japón en virtud del Tratado de Cooperación y Seguridad Mutua, respaldado por todas las capacidades, incluyendo las nucleares. Esta postura contrasta con la falta de disculpas por parte de Biden por la responsabilidad estadounidense en las atrocidades cometidas contra las ciudades japonesas en 1945.
Aunque el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, destacó que esta no era una reunión bilateral, sino que Biden asistiría para rendir homenaje a la historia y al primer ministro Kishida, originario de Hiroshima, las declaraciones de paz de Kishida en la rueda de prensa de clausura de la cumbre del G7 no mencionaron quién lanzó la bomba atómica sobre Hiroshima durante las declaraciones de paz de Kishida en la rueda de prensa de clausura de la cumbre del G7 no mencionaron quién lanzó la bomba atómica sobre Hiroshima durante la Segunda Guerra Mundial. En cambio, Kishida señaló que Estados Unidos y Japón habían librado una cruenta guerra, pero en los últimos años habían renovado su compromiso por un mundo libre de armas nucleares.
A pesar de estas declaraciones, el gobierno japonés ha fortalecido sus Fuerzas de Autodefensa, equipándolas con armas ofensivas para disuadir a China y Corea del Norte. En marzo, la Cámara Baja de la Dieta Nacional de Japón votó un presupuesto militar que asigna un récord de 50.000 millones de dólares para Defensa en el año fiscal 2023, lo que representa un aumento de más del 50% en los gastos militares y coloca a Japón como el tercer país que destina más fondos a fines militares.
Esta contradicción entre las declaraciones de paz y las acciones de rearme ha generado críticas y preocupación entre los supervivientes del bombardeo atómico y otros grupos pacifistas, quienes consideran que la defensa de la disuasión nuclear por parte del G7 y la expansión militar de Japón van en contra de los esfuerzos por alcanzar un mundo sin armas nucleares y perpetúan la amenaza y el sufrimiento causado por estas armas devastadoras.