Bélgica recibe sus primeros F-35 por 5.600 millones de euros, pero un cuarto avión queda varado en Azores por fallos técnicos tras llegar tres a la base de Florennes el 13 de octubre.
El ministro Theo Francken reconoce que el diminuto espacio aéreo belga no permite entrenamientos adecuados para estos jets, cinco veces más ruidosos que los F-16 y con costos de 50.000 euros por hora de vuelo.
Las redes convierten al país en «hazmerreír de internet» con memes, mientras vecinos protestan por el estruendo descrito como «grave y pulsante».
Bruselas busca acuerdos con Italia y Países Bajos para entrenar, cuestionando la soberanía y eficiencia del gasto en esta dependencia OTAN de tecnología estadounidense.




