La administración de Donald Trump ha pedido a México que imponga aranceles a las importaciones chinas como parte de las negociaciones para evitar que EE.UU. aplique gravámenes del 25% a productos mexicanos a partir del 4 de marzo. Durante una reunión en Washington entre funcionarios de ambos países, México no se comprometió a tomar medidas específicas, pero acordó continuar las discusiones a través de un grupo de trabajo bilateral.
Contexto y presiones sobre México
El presidente Trump ha condicionado la eliminación de estos aranceles a que México y Canadá refuercen su control sobre la migración y el tráfico de fentanilo hacia EE.UU. Además, su gobierno ya ha impuesto un arancel adicional del 10% a productos chinos y busca que sus socios comerciales adopten medidas similares.
Por su parte, la presidenta Claudia Sheinbaum ha intensificado acciones para frenar la entrada de productos chinos a precios bajos, buscando proteger la industria mexicana y evitar represalias comerciales por parte de EE.UU.
Unión aduanera en Norteamérica
Expertos consideran que las presiones de Trump podrían estar sentando las bases para una mayor integración económica en Norteamérica. Miguel González Ibarra, de la UNAM, sugiere que EE.UU. podría estar buscando una unión aduanera con México y Canadá, así como acuerdos migratorios y de seguridad similares a los de la Unión Europea.
Guillermo Barba, economista de Top Money Report, advierte que México tiene pocas opciones y probablemente deberá alinearse con EE.UU., aceptando sus condiciones para evitar sanciones comerciales.
El papel del sector privado
El Cuarto de Junto, un grupo de inteligencia del sector privado diseñado para apoyar negociaciones del T-MEC, está monitoreando la situación y analizando el impacto que podrían tener los aranceles en sectores clave como el automotriz, acero, autopartes, farmacéutico y dispositivos médicos.
México enfrenta una difícil decisión: ceder a las exigencias de Trump para evitar aranceles que afectarían sus exportaciones o mantener su relación comercial con China sin imponer restricciones adicionales. La posible reestructuración de la relación económica en Norteamérica podría significar cambios profundos en el comercio, la política migratoria y la seguridad en la región.