La administración de Donald Trump intensifica las negociaciones comerciales con la Unión Europea (UE), condicionando la reducción de aranceles a sectores clave como automóviles, acero y aluminio a una serie de demandas que podrían encarecer el comercio transatlántico. Según una declaración conjunta, EU exige que la UE elimine aranceles sobre productos industriales estadounidenses y garantice acceso preferencial a sus mercados agrícolas y pesqueros, en un contexto donde el arancel efectivo de EU alcanzó el 18.2%, el más alto desde 1934.
Trump impuso un arancel del 15% a la mayoría de los productos europeos, menor al 30% amenazado inicialmente, pero su permanencia depende de que la UE presente una propuesta legislativa para reducir sus propias tarifas. Además, debe flexibilizar su impuesto al carbono, efectivo en 2026, y ajustar normativas de sostenibilidad empresarial para evitar restricciones al comercio, especialmente para pequeñas empresas. La UE también se comprometió a no imponer tasas por el uso de redes digitales, abordando barreras al comercio digital.
El acuerdo contempla posibles exenciones arancelarias en farmacéuticos, semiconductores y madera, pero excluye bebidas alcohólicas. Trump ha amenazado con aranceles de hasta 250% a farmacéuticas si no trasladan su producción a EU, afectando a países como Suiza. La UE planea votar el 9 de abril medidas contra los gravámenes al acero y aluminio, considerados “injustificados” por el comisario de Comercio, Maros Sefcovic.
La Organización Mundial del Comercio (OMC) estima que estas políticas provocarán una contracción del 1% en el comercio global en 2025, con un impacto inflacionario en EU, donde la inflación alcanzó 2.7% en junio. México, observador clave, teme que estas tensiones afecten la revisión del T-MEC en 2026, dado que el 80% de sus exportaciones dependen de EU.
Analistas advierten que los aranceles podrían elevar los costos para consumidores europeos y estadounidenses, al tiempo que limitan la competitividad global. La estrategia de Trump busca financiar recortes fiscales y revitalizar la manufactura estadounidense, pero el riesgo de represalias y una recesión global preocupa a economistas. La UE enfrenta el desafío de equilibrar sus intereses comerciales con las demandas de EU en un entorno económico incierto.