El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció su disposición a participar en una reunión trilateral con el presidente ruso, Vladímir Putin, y el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, para buscar una solución al conflicto en Ucrania. La propuesta, destacada durante un discurso en Washington, se enmarca en los preparativos para un encuentro bilateral entre Trump y Putin, programado para este viernes en Anchorage, Alaska.
Trump expresó optimismo sobre la posibilidad de un diálogo directo, afirmando que “una reunión con ambos líderes podría ser un gran paso hacia la paz”. Sin embargo, insistió en que cualquier acuerdo implicaría “un intercambio de tierras” para resolver las disputas territoriales, una postura que ha generado controversia. Zelensky, por su parte, ha reiterado que Ucrania no cederá territorio, mientras que el Kremlin no ha confirmado su participación en una cumbre trilateral, dejando la propuesta en el aire.
El anuncio se produce en un contexto de creciente tensión. Rusia intensificó sus ataques en Ucrania, con reportes de 47 drones y misiles lanzados en las últimas horas, según Kiev. Trump, quien ha mantenido conversaciones telefónicas con líderes europeos y Zelensky, busca posicionarse como mediador, aunque analistas advierten que su enfoque podría debilitar la posición de Ucrania frente a Rusia.
La comunidad internacional ha reaccionado con cautela. La OTAN y la Unión Europea han instado a incluir a Ucrania en cualquier negociación, mientras que China y Brasil abogan por una solución multilateral. El secretario general de la ONU, António Guterres, subrayó la necesidad de un alto el fuego inmediato para evitar una escalada mayor.
Expertos señalan que la reunión en Alaska será crucial para evaluar las intenciones de Putin, pero la falta de claridad sobre la participación de Zelensky genera escepticismo. En Estados Unidos, la oposición demócrata ha criticado a Trump, acusándolo de priorizar gestos diplomáticos sobre una estrategia sólida.
La posibilidad de una cumbre trilateral mantiene al mundo en vilo, con el potencial de redefinir el curso del conflicto ucraniano o, por el contrario, profundizar las divisiones geopolíticas en un momento de alta incertidumbre global.