Las crecientes hostilidades entre Irán e Israel han desatado alertas sobre un posible conflicto regional, según analistas internacionales citados por medios globales. La escalada comenzó tras recientes ataques aéreos israelíes en Siria, atribuidos a objetivos iraníes, y las amenazas del presidente estadounidense, Donald Trump, contra Teherán por su programa nuclear.
Irán, que niega buscar armas nucleares, ha intensificado su retórica, prometiendo una “respuesta contundente” ante cualquier agresión. Su arsenal de misiles balísticos y drones, junto al apoyo a grupos como Hezbolá, preocupa a Israel, que refuerza sus defensas antiaéreas. El gobierno de Benjamin Netanyahu enfrenta además una escasez de municiones, lo que limita su capacidad operativa.
La comunidad internacional teme que un enfrentamiento directo pueda interrumpir el suministro de petróleo, ya que Irán controla el Estrecho de Ormuz, por donde pasa el 20% del crudo mundial. La Unión Europea y la ONU han llamado a la desescalada, pero las negociaciones nucleares en Viena siguen estancadas. Expertos advierten que la polarización interna en ambos países y la injerencia de potencias externas complican una solución pacífica. Mientras, la región se prepara para una posible crisis de imprevisibles consecuencias.
