El crimen organizado en México usa ahora «sicarios kamikaze»: asesinos que atacan sabiendo que morirán, con tal de eliminar a políticos y funcionarios. Desde 2021 suman al menos tres casos de alto impacto.
El más reciente fue el 1 de noviembre en Uruapan, Michoacán: el alcalde Carlos Alberto Manzo fue ejecutado en pleno Festival de Velas por un menor de 17 años, Víctor Manuel Ubaldo Vidales, quien fue abatido por la escolta. El arma lo vincula al CJNG.
Antes, en mayo de 2024, mataron al candidato José Alfredo Cabrera en Coyuca de Benítez, Guerrero; el sicario también murió. En 2021, un ataque al Palacio Municipal de Guaymas, Sonora, dejó tres muertos, incluido el agresor.
Esta estrategia expone a civiles y burla cualquier seguridad: los cárteles reclutan jóvenes para misiones suicidas en zonas de disputa.



