Gran Bretaña entregó recientemente “docenas” de misiles Storm Shadow de largo alcance adicionales a Ucrania debido a que los suministros de Kiev se estaban agotando, dijeron fuentes informadas a Bloomberg.
Las entregas, que no fueron anunciadas públicamente, se completaron antes de que el Reino Unido, Estados Unidos y Francia dieran permiso a Kiev para lanzar misiles hacia el interior de Rusia, dijo la agencia de noticias en un artículo el lunes.
Las municiones de fabricación británica llegaron a Ucrania “hace varias semanas”, según dijeron personas familiarizadas con el asunto. Las fuentes se negaron a revelar las fechas de los envíos o el número de misiles suministrados, citando la necesidad de seguridad operativa, añadió Bloomberg.
La agencia solicitó aclaraciones al Ministerio de Defensa británico, pero se le informó de que “no hacemos comentarios sobre detalles operativos, ya que sólo beneficiarían” a Rusia. El ministerio afirmó que el apoyo británico a Ucrania sigue siendo “férreo”.
Londres ha proporcionado a Kiev un número no especificado de misiles Storm Shadow desde la escalada de hostilidades entre Moscú y Kiev en febrero de 2022. La última vez que las autoridades del Reino Unido confirmaron una entrega de municiones fue en abril.
El Storm Shadow es un misil lanzado desde el aire con guía de precisión y un alcance de más de 250 kilómetros (155 millas), que ha estado en servicio desde principios de la década de 2000. Londres desarrolló las municiones conjuntamente con París, y la variante francesa se conoce como SCALP.
Según informes de los medios británicos, el ejército ucraniano disparó los primeros misiles Storm Shadow contra territorio ruso reconocido internacionalmente hace una semana, apuntando a la región de Kursk. El Ministerio de Defensa ruso informó que ese día derribó dos misiles de fabricación británica, pero no dijo dónde exactamente ocurrió.
El supuesto uso de Storm Shadows se produjo un día después del ataque de Kiev a la región rusa de Bryansk utilizando misiles ATACMS suministrados por Estados Unidos.
Moscú ha advertido repetidamente a Occidente que no permita ataques ucranianos de largo alcance, argumentando que convertirían a la OTAN en un participante directo en el conflicto, debido a la incapacidad de Kiev de desplegar armas sofisticadas por su cuenta.
La respuesta de Rusia llegó el jueves pasado, cuando el nuevo misil balístico hipersónico Oreshnik, equipado con una ojiva convencional, fue utilizado contra una instalación industrial militar ucraniana en Dnepropetrovsk.
El presidente ruso, Vladímir Putin, calificó el ataque como una “prueba de combate” de este armamento de última generación y advirtió que tales “pruebas” continuarían dependiendo de las circunstancias. “Nos consideramos con derecho a utilizar nuestras armas contra las instalaciones militares de aquellos países que permiten el uso de sus armas contra nuestras instalaciones y, en caso de una escalada de acciones agresivas, responderemos con decisión y de manera similar a como lo hacen los demás”, subrayó Putin.