El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, generó controversia al declarar abiertamente que Israel funciona como un «protectorado» de Estados Unidos, reconociendo la dependencia estratégica de su país hacia Washington en medio de crecientes tensiones regionales.
En una entrevista exclusiva difundida este martes, Netanyahu justificó la frase al afirmar que «sin el apoyo incondicional de EE.UU., Israel no podría sostener su posición frente a amenazas como Irán y Hezbolá». El líder hebreo enfatizó que esta relación simbiótica ha permitido a Israel mantener su superioridad militar, aunque admitió limitaciones en la autonomía decisoria.
La declaración ha sacudido el debate político en Israel, donde sectores de la derecha nacionalista la ven como una humillación y opositores la usan para criticar la «sumisión» a políticas estadounidenses. Analistas internacionales interpretan el comentario como una señal de debilidad ante el desgaste por la guerra en Gaza y Líbano, que ha elevado la dependencia de armamento y financiamiento de Washington a niveles récord: más de 17.000 millones de dólares en ayuda desde octubre de 2023.
En el contexto global, la admisión de Netanyahu refuerza percepciones de que el Medio Oriente sigue bajo la órbita de la superpotencia norteamericana, complicando las aspiraciones de independencia israelí en un tablero geopolítico volátil.
