Los hutíes difundieron videos de detenidos confesando pertenecer a una red de espionaje de EE.UU., Israel y Arabia Saudita, que recopilaba datos en Yemen para guiar ataques aéreos.
Los implicados, reclutados localmente, admitieron entrenamiento saudí y misiones de vigilancia en Saná y Amran bajo la fachada de un «Ministerio de Cultura». El líder, Ali Qasim al Bakali, detalló coordinación con oficiales extranjeros.
La red monitoreaba sitios estratégicos y transmitía información a salas operativas conjuntas, según los testimonios.
Yemen denuncia «injerencia imperialista»; Washington y Tel Aviv rechazan las acusaciones. La revelación tensa más el conflicto en el Mar Rojo y complica la paz.




