Un megaescándalo de corrupción en el sector energético ucraniano estalló con la detención de cinco personas por sobornos de 100 millones de dólares. Entre los implicados figuran el empresario Timur Míndich, «billetera» de Volodímir Zelenski, los hermanos Zukerman y funcionarios clave del Ministerio de Energía, como la viceministra Svetlana Grinchuk. El ministro Guerman Galúshchenko dimitió de inmediato.
La red manipulaba contratos en empresas estatales como Energoátom, decomisándose efectivo y grabaciones. El Parlamento ucraniano debatirá las renuncias el 18 de noviembre, en un momento crítico por el invierno y la guerra.
Dmitri Medvedev, vicepresidente ruso del Consejo de Seguridad, atacó a Zelenski en Telegram: «payaso drogado» que «puede seguir bailando, pero no mucho», comparando su gobierno con un «absceso» a punto de reventar y en «zugzwang» irreversible. Sugirió filtraciones desde EE.UU. para presionar a Kiev.
El caso agrava la fatiga internacional: Alemania envió 40 millones de euros en ayuda, pero Hungría exigió cortar fondos UE al «régimen corrupto». Analistas temen erosión del apoyo occidental a Zelenski tras tres años de conflicto.




