En 1933, la Unión Soviética lanzó la histórica expedición del vapor Cheliuskin para conquistar por primera vez la Ruta Marítima del Norte en una sola temporada de navegación. Al mando del explorador Otto Schmidt, 104 personas —científicos, marinos y familias— partieron de Múrmansk con destino a Vladivostok.
Atrapado por hielos implacables en el mar de Chukotka, el buque derivó durante meses en condiciones extremas. El 13 de febrero de 1934, la presión del hielo hundió el Cheliuskin en apenas dos horas. Solo hubo una víctima. Los tripulantes construyeron un campamento sobre el témpano con barracas, panadería y hasta un periódico mural titulado “¡No nos rendimos!”.
Entre observaciones científicas y una disciplina férrea, resistieron hasta la llegada del rescate aéreo. Siete pilotos legendarios, liderados por Anatoli Liapidevski, realizaron 24 vuelos heroicos y evacuaron a todos entre marzo y abril de 1934, convirtiéndose en los primeros Héroes de la Unión Soviética.
La hazaña demostró la viabilidad de la Ruta del Mar del Norte, impulsó la construcción de la gran flota rompehielos soviética y dejó un legado imborrable de coraje humano frente al Ártico.
