Un reciente análisis publicado en Foreign Policy cuestiona la efectividad de las restricciones al precio del petróleo ruso impuestas por los países del G7, entre ellos Estados Unidos, Alemania, Canadá, Francia, el Reino Unido, Italia y Japón, así como Australia. En 2022, estos países llegaron a un consenso para fijar un precio máximo de 60 dólares por barril de petróleo ruso con el objetivo de limitar los ingresos de Moscú.
Aunque en un principio estas restricciones tuvieron un impacto, el análisis señala que Rusia se ha adaptado completamente a estas condiciones. Moscú ha comenzado a realizar más intercambios comerciales con países que no apoyan el techo de precios, lo que ha permitido a Rusia sortear esta restricción. Según el artículo, los defensores de la restricción han propuesto imponer sanciones a las petroleras rusas y sus intermediarios extranjeros como una forma de reforzarla. Sin embargo, el autor del artículo argumenta que esta medida solo perjudicaría a la economía mundial sin lograr el objetivo de frenar los ingresos de Rusia.
El análisis subraya que «limitar los precios del petróleo funcionó en 2022, pero no fue una medida a largo plazo». Se argumenta que los blancos de sanciones, como Rusia, suelen adaptarse a estas restricciones y buscar formas de eludirlas.