La inflación en Brasil subió al 4.8% anual en julio, según datos preliminares del IBGE, marcando un incremento inesperado que preocupa a economistas antes de la posible imposición de aranceles del 50% por parte de Donald Trump. Esta presión inflacionaria, impulsada por el alza en alimentos y combustibles, supera la meta del Banco Central del 3%, complicando las perspectivas económicas del país.
La amenaza de aranceles, vinculada a las negociaciones comerciales con Estados Unidos, ha generado incertidumbre en los mercados, con el real brasileño depreciándose un 2% esta semana, cotizando a 5.85 por dólar. Analistas atribuyen el repunte inflacionario a la especulación sobre costos de importación y al impacto de las sequías en la producción agrícola, clave para la economía sudamericana.
El Banco Central, que mantiene su tasa Selic en 10.75%, evalúa un posible ajuste para contener la inflación, aunque expertos advierten que un aumento podría frenar el crecimiento, proyectado en 1.5% para 2025. El sector exportador, especialmente soja y carne, enfrenta riesgos si los aranceles se concretan, afectando el superávit comercial de 60,000 millones de dólares anuales. El gobierno de Lula da Silva busca diálogo con Washington, pero el plazo del 1 de agosto para evitar sanciones añade presión. Los mercados permanecen atentos a esta coyuntura económica crítica.