La inflación anual en México descendió a 3.55% en la primera quincena de julio, según datos preliminares del INEGI, marcando un alivio económico mayor al anticipado por analistas, que proyectaban un 3.7%. Este dato refleja una desaceleración frente al 3.85% registrado en junio, impulsada por la estabilización de precios en alimentos y energéticos.
El índice de precios subyacente, que excluye bienes volátiles, se ubicó en 3.45%, mientras que el no subyacente, afectado por gasolinas y productos agropecuarios, cayó a 3.80%. Expertos atribuyen esta tendencia a una menor presión en los costos de producción y al impacto de las lluvias estacionales, que han moderado los precios de frutas y verduras. Sin embargo, persisten riesgos por la volatilidad del tipo de cambio y las negociaciones comerciales con Estados Unidos.
La Secretaría de Hacienda celebró el dato como un signo de recuperación económica, aunque advierte que la meta del 3% anual sigue en el horizonte. Analistas sugieren que el Banco de México podría mantener su tasa de interés en 10.75% en su próxima decisión, a la espera de señales más claras. Esta desaceleración podría incentivar el consumo interno, beneficiando a sectores como el comercio minorista, aunque la incertidumbre global mantiene a los mercados en alerta.