Las fundiciones de cobre en China, el mayor consumidor mundial del metal, han experimentado un alivio a corto plazo debido al aumento de las tarifas de tratamiento al contado. Sin embargo, la mejora en la rentabilidad no es suficiente para incentivar un incremento en la producción, en un contexto de incertidumbre económica global y restricciones comerciales que afectan los mercados de materias primas.
Las tarifas de tratamiento, que reflejan el costo de convertir el concentrado de cobre en metal refinado, han subido en las últimas seis semanas, pasando de niveles negativos a un promedio de 30 dólares por tonelada. Este repunte, impulsado por una menor oferta de concentrado desde minas en Chile y Perú, ha aliviado la presión financiera sobre las fundiciones chinas, que procesan el 50% del cobre mundial. No obstante, los márgenes de ganancia siguen siendo ajustados debido a los altos costos energéticos y la desaceleración de la demanda interna, con un crecimiento económico chino proyectado en 4.8% para 2025 por el Fondo Monetario Internacional.
“Las fundiciones no ven incentivos claros para expandir la producción, ya que los precios del cobre, que rondan los 9,200 dólares por tonelada en la Bolsa de Metales de Londres, no compensan los riesgos”, explicó Li Wei, analista de la Universidad de Pekín. La situación se complica por los aranceles del 25% impuestos por Estados Unidos a productos chinos, que han encarecido las exportaciones de cobre refinado, afectando a empresas como Jiangxi Copper.
A pesar del alivio temporal, las fundiciones enfrentan retos estructurales. La demanda de cobre, clave para la transición energética y la industria tecnológica, sigue siendo incierta debido a las políticas proteccionistas de Donald Trump y la ralentización en sectores como la construcción en China, que representa el 30% del consumo global del metal. En contraste, países como México, que exporta el 12% de su cobre a través del Canal de Panamá, podrían beneficiarse de una reconfiguración de las cadenas de suministro.
El mercado global del cobre permanece volátil, con proyecciones de un déficit de 200,000 toneladas para 2026, según la consultora CRU Group. Mientras las fundiciones chinas priorizan la estabilidad financiera sobre la expansión, los inversionistas globales ajustan estrategias ante un panorama económico marcado por restricciones comerciales y una transición energética incierta.