En medio del creciente conflicto comercial entre Estados Unidos y China, organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE) están señalando a México como una alternativa estratégica para relocalizar cadenas de suministro. Esta propuesta cobra fuerza ante la fragmentación económica global, impulsada por la guerra arancelaria entre las dos potencias.
Actualmente, Estados Unidos ha impuesto aranceles de hasta 145% a productos chinos, y China ha respondido con aranceles de hasta 84% a productos estadounidenses. En contraste, México ha recibido un trato menos severo por parte del gobierno de Donald Trump, con impuestos principalmente enfocados en el acero, aluminio y ciertos productos automotrices, lo que lo posiciona como un país más atractivo para la inversión extranjera.
Ante este panorama, varios organismos financieros —incluidos el Banco de Pagos Internacionales, el Banco de Inglaterra, el BCE y el FMI— organizarán una conferencia conjunta a finales de abril. El objetivo es debatir los efectos de la fragmentación económica mundial y los desafíos que esta situación representa para el comercio global, los flujos de capital y la estabilidad monetaria. En ese evento, México será uno de los puntos clave de análisis como potencial centro de manufactura dentro de esta nueva realidad económica.
Sin embargo, la incertidumbre generada por el posible regreso de Trump a la presidencia ya ha tenido consecuencias. Durante el último trimestre del año pasado, la inversión extranjera directa en México cayó 45.3%. Esta baja se debió, en parte, a los temores de que Trump podría imponer medidas más duras contra México, lo que llevó a bancos, calificadoras y organismos internacionales a cuestionar la viabilidad del país como centro de relocalización.
A pesar de ese escepticismo inicial, las recientes medidas comerciales más agresivas contra Asia y el trato comparativamente más favorable hacia México han reavivado el interés en trasladar cadenas de suministro al país. Esto podría ofrecer a México una nueva oportunidad para fortalecer su papel en la economía global, siempre y cuando logre sortear la volatilidad política y económica de sus principales socios comerciales.