En la cumbre de la OTAN celebrada en La Haya, España, liderada por el presidente Pedro Sánchez, obtuvo una exención para no incrementar su gasto en defensa al 5% del PIB, acordado por los 32 países miembros para 2035. Sánchez defendió que el 2.1% comprometido es suficiente para cumplir con las capacidades requeridas por la alianza, desatando tensiones con el presidente estadounidense, Donald Trump.
Trump, crítico de la postura española, amenazó con imponer aranceles, afirmando que España “pagará el doble” por no alinearse. Sánchez replicó que la política comercial es competencia de la Comisión Europea, no de España, y destacó la relación amistosa con EE.UU. “España es un país abierto y considera a Estados Unidos un amigo”, aseguró.
La decisión española, respaldada solo por Bélgica y Eslovaquia, generó críticas internas. Antonio Garamendi, presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales, advirtió que la exención podría exponer a España a sanciones comerciales, afectando industrias vulnerables. Por su parte, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, acusó a Sánchez de aislar a España en la OTAN.
A pesar de la presión, Sánchez insistió en que el acuerdo preserva la soberanía española y el estado del bienestar, manteniendo su compromiso con la seguridad europea.