El trabajo de cuidados no remunerado realizado mayoritariamente por mujeres en México aporta el 25% al Producto Interno Bruto (PIB), superando a cualquier industria del país, según un estudio reciente del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Esta contribución, que incluye tareas como el cuidado de menores, adultos mayores y labores domésticas, destaca como un pilar económico invisible, pero fundamental, que sostiene el funcionamiento de la sociedad y la economía.
El informe, presentado este 14 de agosto, revela que el valor económico del trabajo de cuidados asciende a más de 7.5 billones de pesos anuales, equivalente a una cuarta parte de la riqueza generada en México. “No hay sector industrial, manufacturero o de servicios que se le acerque en magnitud”, afirmó Graciela Márquez, presidenta del INEGI, durante la conferencia de prensa. Este cálculo incluye actividades como la preparación de alimentos, la limpieza del hogar y la atención a personas dependientes, tareas que, en su mayoría, recaen en mujeres.
A pesar de su relevancia, este trabajo permanece en gran medida invisibilizado y no remunerado, lo que perpetúa desigualdades de género en el mercado laboral. Las mujeres dedican en promedio 42 horas semanales a estas labores, frente a las 15 horas de los hombres, lo que limita su participación en empleos formales y su acceso a ingresos propios. “Reconocer el valor económico de estas actividades es el primer paso para diseñar políticas públicas que promuevan la equidad”, señaló Ana López, economista de la UNAM.
El estudio también destaca que, si se remuneraran estas tareas al valor de mercado, el impacto en las finanzas públicas sería significativo, ya que implicaría un gasto equivalente al presupuesto de salud y educación combinados. Por ello, expertos urgen al gobierno a implementar medidas como sistemas de cuidado público, incentivos fiscales para cuidadoras y programas que fomenten la corresponsabilidad en el hogar.
La Secretaría de Economía, encabezada por Marcelo Ebrard, anunció que se analizarán propuestas para integrar el trabajo de cuidados en las políticas de desarrollo económico. “Es momento de replantear cómo medimos el crecimiento y de garantizar que el aporte de las mujeres sea reconocido”, afirmó. Este diagnóstico pone en el centro del debate la necesidad de transformar la estructura económica para reducir las brechas de género y fortalecer el bienestar social.