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martes, octubre 28, 2025

¿Cómo China podría ‘vengarse’ de Trump por sus aranceles? Estas medidas ‘destructivas’ aplicaría

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Seis años después de que Donald Trump iniciara la primera guerra comercial con China, el presidente electo de Estados Unidos ha nombrado a varios funcionarios con posturas duras en su administración y ha amenazado con imponer aranceles del 60 % a los productos chinos, una medida que podría afectar gravemente el comercio entre ambos países.

El reto para China es que su gran superávit comercial con Estados Unidos significa que las contramedidas directas que pueda tomar tendrían un impacto limitado. Pekín ya ha mostrado su disposición a aplicar medidas asimétricas contra los aranceles y restricciones de las administraciones de Trump y Biden. Si las nuevas amenazas se materializan, China podría verse obligada a utilizar otros recursos de su arsenal, lo que incrementaría el riesgo de un conflicto más difícil de controlar.

“Las simples guerras comerciales y las contramedidas recíprocas no son suficientes para abordar las diferencias futuras entre China y Estados Unidos”, comentó Wang Wen, decano ejecutivo del Instituto de Estudios Financieros Chongyang de la Universidad Renmin.

Las alternativas disponibles para China no necesariamente la protegerán de las consecuencias, lo que representa una preocupación adicional para una economía que ya atraviesa una prolongada crisis inmobiliaria. Una de las medidas más drásticas sería deshacerse total o parcialmente de sus reservas de bonos del Tesoro estadounidense, que actualmente ascienden a unos 734 mil millones de dólares. Esto probablemente presionaría al alza los rendimientos de los bonos estadounidenses y tendría efectos sobre los mercados financieros globales.

Desde 2017, China ha reducido en más de un tercio sus tenencias directas de deuda estadounidense. Su deseo de diversificar las inversiones implica que la venta masiva podría continuar, especialmente tras la congelación de algunas de las reservas de divisas rusas por parte de naciones occidentales después de la invasión de Ucrania. Parte de esta reducción también puede deberse a que China trasladó la custodia de los bonos a Bélgica, en lugar de mantenerlos directamente.

Sin embargo, liberar de forma abrupta deuda estadounidense podría hacer caer los precios de los bonos, reduciendo el valor de las propias tenencias de China y de sus reservas de divisas, a la vez que beneficiaría a los exportadores estadounidenses por el abaratamiento del dólar. Un yuan más débil aumentaría la competitividad de las exportaciones chinas y ayudaría a mitigar el impacto de los posibles aranceles. Durante la primera guerra comercial en 2018 y 2019, el yuan se depreció un 11.5 % frente al dólar, lo que compensó en gran parte el aumento de los aranceles, según análisis de economistas de Morgan Stanley.

Más de la mitad de los economistas consultados por Bloomberg tras las elecciones estadounidenses de este mes indicaron que Pekín podría devaluar el yuan en respuesta a los aranceles de Trump, aunque las estimaciones sobre la magnitud de esa depreciación varían, con proyecciones que van de 7.3 a 8 por dólar en 2025.

Un yuan más débil podría agravar el superávit comercial de China y generar descontento entre otros socios comerciales, quienes podrían imponer sus propios aranceles para corregir el desequilibrio. También podría aumentar las salidas de capital y desincentivar a los inversores extranjeros.

El verano pasado, China restringió las exportaciones de galio y germanio, dos metales clave en la producción de semiconductores, telecomunicaciones y vehículos eléctricos. Esta medida fue vista como un intento de presionar a la Casa Blanca para que eliminara sus propias restricciones. Posteriormente, China endureció las restricciones a la exportación de ciertos tipos de grafito, mientras que Estados Unidos incrementó sus controles sobre la exportación de chips avanzados. Los controles a la exportación siguieron, con el antimonio sumándose a la lista de materiales restringidos.

El control de China sobre una amplia gama de minerales críticos, como las tierras raras, le otorga una gran influencia sobre los mercados de materias primas. Esto se evidenció recientemente cuando un ajuste en las devoluciones fiscales para los exportadores provocó fluctuaciones en los precios del aluminio.

Sin embargo, el riesgo es que los socios comerciales dejen de ver a China como un proveedor confiable, lo que aceleraría la diversificación de las cadenas de suministro fuera de Beijing.

China también ha intensificado sus esfuerzos para acercarse a los aliados tradicionales de Estados Unidos, en parte para mitigar los efectos del deterioro de sus relaciones con su mayor socio comercial. Desde buscar una nueva etapa con Japón hasta distender relaciones con la India, Pekín ha intentado reducir las tensiones diplomáticas.

Una de las estrategias más efectivas para China en una nueva fase de la guerra comercial podría ser “formar alianzas en Eurasia y utilizar la diplomacia comercial para persuadir a los aliados de Estados Unidos de que la política estadounidense es imprudente y perjudicial para la paz y la prosperidad”, según Matt Gertken, estratega geopolítico de BCA Research. El estrechamiento de lazos con Rusia y el acercamiento a Alemania, Japón y Australia son ejemplos de este enfoque.

El riesgo es que otros países, al buscar aprovechar la rivalidad entre Estados Unidos y China, podrían mostrarse reacios a tomar partido, buscando beneficiarse de la disputa.

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El reto para China es que su gran superávit comercial con Estados Unidos significa que las contramedidas directas que pueda tomar tendrían un impacto limitado. Pekín ya ha mostrado su disposición a aplicar medidas asimétricas contra los aranceles y restricciones de las administraciones de Trump y Biden. Si las nuevas amenazas se materializan, China podría verse obligada a utilizar otros recursos de su arsenal, lo que incrementaría el riesgo de un conflicto más difícil de controlar.

“Las simples guerras comerciales y las contramedidas recíprocas no son suficientes para abordar las diferencias futuras entre China y Estados Unidos”, comentó Wang Wen, decano ejecutivo del Instituto de Estudios Financieros Chongyang de la Universidad Renmin.

Las alternativas disponibles para China no necesariamente la protegerán de las consecuencias, lo que representa una preocupación adicional para una economía que ya atraviesa una prolongada crisis inmobiliaria. Una de las medidas más drásticas sería deshacerse total o parcialmente de sus reservas de bonos del Tesoro estadounidense, que actualmente ascienden a unos 734 mil millones de dólares. Esto probablemente presionaría al alza los rendimientos de los bonos estadounidenses y tendría efectos sobre los mercados financieros globales.

Desde 2017, China ha reducido en más de un tercio sus tenencias directas de deuda estadounidense. Su deseo de diversificar las inversiones implica que la venta masiva podría continuar, especialmente tras la congelación de algunas de las reservas de divisas rusas por parte de naciones occidentales después de la invasión de Ucrania. Parte de esta reducción también puede deberse a que China trasladó la custodia de los bonos a Bélgica, en lugar de mantenerlos directamente.

Sin embargo, liberar de forma abrupta deuda estadounidense podría hacer caer los precios de los bonos, reduciendo el valor de las propias tenencias de China y de sus reservas de divisas, a la vez que beneficiaría a los exportadores estadounidenses por el abaratamiento del dólar. Un yuan más débil aumentaría la competitividad de las exportaciones chinas y ayudaría a mitigar el impacto de los posibles aranceles. Durante la primera guerra comercial en 2018 y 2019, el yuan se depreció un 11.5 % frente al dólar, lo que compensó en gran parte el aumento de los aranceles, según análisis de economistas de Morgan Stanley.

Más de la mitad de los economistas consultados por Bloomberg tras las elecciones estadounidenses de este mes indicaron que Pekín podría devaluar el yuan en respuesta a los aranceles de Trump, aunque las estimaciones sobre la magnitud de esa depreciación varían, con proyecciones que van de 7.3 a 8 por dólar en 2025.

Un yuan más débil podría agravar el superávit comercial de China y generar descontento entre otros socios comerciales, quienes podrían imponer sus propios aranceles para corregir el desequilibrio. También podría aumentar las salidas de capital y desincentivar a los inversores extranjeros.

El verano pasado, China restringió las exportaciones de galio y germanio, dos metales clave en la producción de semiconductores, telecomunicaciones y vehículos eléctricos. Esta medida fue vista como un intento de presionar a la Casa Blanca para que eliminara sus propias restricciones. Posteriormente, China endureció las restricciones a la exportación de ciertos tipos de grafito, mientras que Estados Unidos incrementó sus controles sobre la exportación de chips avanzados. Los controles a la exportación siguieron, con el antimonio sumándose a la lista de materiales restringidos.

El control de China sobre una amplia gama de minerales críticos, como las tierras raras, le otorga una gran influencia sobre los mercados de materias primas. Esto se evidenció recientemente cuando un ajuste en las devoluciones fiscales para los exportadores provocó fluctuaciones en los precios del aluminio.

Sin embargo, el riesgo es que los socios comerciales dejen de ver a China como un proveedor confiable, lo que aceleraría la diversificación de las cadenas de suministro fuera de Beijing.

China también ha intensificado sus esfuerzos para acercarse a los aliados tradicionales de Estados Unidos, en parte para mitigar los efectos del deterioro de sus relaciones con su mayor socio comercial. Desde buscar una nueva etapa con Japón hasta distender relaciones con la India, Pekín ha intentado reducir las tensiones diplomáticas.

Una de las estrategias más efectivas para China en una nueva fase de la guerra comercial podría ser “formar alianzas en Eurasia y utilizar la diplomacia comercial para persuadir a los aliados de Estados Unidos de que la política estadounidense es imprudente y perjudicial para la paz y la prosperidad”, según Matt Gertken, estratega geopolítico de BCA Research. El estrechamiento de lazos con Rusia y el acercamiento a Alemania, Japón y Australia son ejemplos de este enfoque.

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