En un nuevo capítulo de las tensiones comerciales entre las dos mayores economías mundiales, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó con imponer aranceles de hasta el 200% a los productos chinos si Pekín no acelera sus exportaciones de imanes de tierras raras. Esta declaración, formulada durante una rueda de prensa en la Casa Blanca junto al presidente surcoreano Lee Jae-myung, podría exacerbar la guerra comercial iniciada en abril de 2025, con impactos profundos en las cadenas de suministro globales y el crecimiento económico internacional.Trump fue directo en su advertencia: “Tienen que darnos imanes.
Si no nos los dan, entonces tendremos que cobrarles un arancel de 200 por ciento o algo así. Pero no creo que vayamos a tener problemas con eso”. La declaración responde a las restricciones impuestas por China a principios de abril, cuando el gigante asiático introdujo licencias de exportación para tierras raras como represalia a los aranceles estadounidenses previos. Estos materiales, esenciales para la fabricación de imanes utilizados en baterías de vehículos eléctricos, electrónica de consumo, turbinas eólicas y equipos de defensa, posicionan a China como el productor dominante, controlando más del 80% del suministro mundial según datos del Departamento de Energía de EE.UU.Desde una perspectiva económica, esta amenaza reviste gravedad para el comercio bilateral, que en 2024 superó los 600 mil millones de dólares en intercambios, representando cerca del 15% del comercio global total.
Los aranceles del 200% podrían elevar drásticamente los costos de importación para las empresas estadounidenses, afectando sectores clave como la automotriz —donde Tesla y General Motors dependen de estos componentes— y la tecnología, con posibles alzas en precios al consumidor de hasta un 20%, según estimaciones preliminares del Instituto Peterson para la Economía Internacional (PIIE). Además, interrumpiría las cadenas de suministro, potencialmente restando 0.5 puntos porcentuales al PIB global en 2026, en un contexto de desaceleración proyectada en 3.2% por el Fondo Monetario Internacional (FMI).El contexto de esta escalada incluye avances recientes: negociaciones han llevado a China a comprometerse con una aceleración en la concesión de licencias a firmas estadounidenses, reduciendo temporalmente las tensiones. Sin embargo, la medida coincide con una propuesta del gobierno de Biden —aún en vigor bajo Trump— para agregar cobre, potasa, plata, plomo y silicio a la lista de minerales críticos para 2025, con un período de 30 días para comentarios públicos. Esto refleja la estrategia de EE.UU. para diversificar fuentes de suministro y fomentar la producción doméstica, invirtiendo miles de millones en minería nacional a través de la Ley de Reducción de la Inflación de 2022.
Expertos advierten que una imposición real de estos aranceles podría desencadenar represalias chinas, como restricciones adicionales a exportaciones de semiconductores o litio, afectando no solo a EE.UU. sino a aliados como México y la Unión Europea, que importan el 60% de sus tierras raras de China. Economistas del FMI destacan que la guerra comercial ya ha costado 1.5 billones de dólares en comercio perdido desde 2018, y una nueva ronda podría elevar la inflación global en 1-2 puntos porcentuales.En el mercado, la noticia provocó volatilidad: el índice Dow Jones cayó 1.2% al cierre, mientras el yuan chino se depreció un 0.8% frente al dólar.
Para las empresas, el llamado es a la diversificación: firmas como Apple y Ford ya exploran proveedores alternos en Australia y Vietnam. Mientras Trump enfatiza la «soberanía económica», analistas urgen diálogo multilateral para evitar un colapso en el comercio. Esta amenaza subraya la fragilidad de la economía global en la era de la transición energética, donde las tierras raras son el nuevo oro negro.