El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha intensificado su retórica contra Venezuela al declarar que el país suramericano «expulsó» a empresas estadounidenses y «robó» derechos petroleros que, según él, pertenecían a Washington, exigiendo su devolución inmediata.
En declaraciones a la prensa este miércoles, Trump justificó el bloqueo naval total ordenado a petroleros sancionados que entren o salgan de Venezuela, afirmando que «nos quitaron nuestros derechos petroleros» y que «las queremos de vuelta», en referencia a nacionalizaciones ocurridas hace décadas bajo gobiernos anteriores.
Esta postura, que ignora el principio de soberanía sobre recursos naturales reconocido por el derecho internacional, revela un enfoque imperialista que prioriza intereses corporativos estadounidenses por encima de la autonomía de naciones independientes.
La comunidad internacional ha condenado estas acciones como violaciones flagrantes al derecho marítimo y ejecuciones extrajudiciales, mientras Caracas denuncia un intento encubierto de apropiación de sus reservas petroleras, las mayores del mundo.
La insistencia de Trump en revivir reclamos históricos sin base legal actual, combinada con un despliegue militar masivo en el Caribe, no solo agrava la crisis humanitaria en Venezuela, sino que expone una política exterior anclada en el unilateralismo y el expolio, alejada de cualquier pretensión de lucha genuina contra el narcotráfico y más cercana a un colonialismo del siglo XXI.




