El presidente Donald Trump reunió este miércoles en la Casa Blanca a Félix Tshisekedi (RDC) y Paul Kagame (Ruanda) para firmar el “Acuerdo de Washington por la Paz y la Prosperidad”, destinado a terminar el conflicto armado en el este de la República Democrática del Congo y facilitar inversiones occidentales en minerales críticos (cobalto, litio, tantalio).
El pacto, mediado por EE.UU., la Unión Africana y Catar, incluye un marco económico y busca estabilizar una región marcada por la violencia desde 1994. Trump lo presentó como otro éxito de su política exterior, sumándolo a ocho conflictos que asegura haber resuelto este año.
Pese al optimismo oficial, persisten dudas: los rebeldes M23, respaldados según Kinshasa por Ruanda, controlan Goma y Bukavu, y esta semana se reportaron nuevos combates. Millones de desplazados y la falta de mecanismos fuertes de verificación alimentan el escepticismo.
El acuerdo también abre la puerta a empresas estadounidenses para explotar recursos estratégicos en medio de la transición energética global, en un contexto de alta inestabilidad regional.




