Petróleos Mexicanos (Pemex) reportó una caída del 7.02% en su producción de hidrocarburos líquidos en agosto, alcanzando 1.58 millones de barriles diarios, según datos oficiales. Este retroceso, el más pronunciado en lo que va del año, refleja los desafíos estructurales de la empresa estatal, como el agotamiento de yacimientos y la falta de inversión en exploración, en un contexto de presión financiera y alta deuda.
La disminución se atribuye principalmente a la baja en la producción de crudo, que promedió 1.41 millones de barriles diarios, un 6.8% menos que en agosto de 2024. Los condensados, usados en la refinación, también cayeron un 10.2%. Analistas señalan que el declive pone en riesgo los ingresos fiscales, ya que Pemex aporta cerca del 15% del presupuesto federal, mientras el gobierno prioriza proyectos como la refinería Olmeca.
A pesar de esfuerzos por estabilizar la producción, con énfasis en campos como Quesqui y Zama, la empresa enfrenta restricciones presupuestales y una deuda superior a los 100 mil millones de dólares. La importación de combustibles, que cubre el 60% de la demanda nacional, sigue siendo un lastre económico.
Expertos advierten que sin una estrategia robusta de inversión y modernización, Pemex podría profundizar su crisis, afectando el PIB energético y la autosuficiencia. El gobierno evalúa medidas para 2026, pero la volatilidad en precios del crudo complica el panorama.