China ha alcanzado niveles históricos en sus reservas estratégicas de petróleo, con más de 1,100 millones de barriles almacenados, según datos de la Administración Nacional de Energía. La acumulación responde a temores de interrupciones en el suministro global, agravados por las tensiones en Oriente Medio entre Israel e Irán y el riesgo de un cierre del estrecho de Ormuz.
El país asiático, mayor importador mundial de crudo, incrementó sus compras en 2024, aprovechando precios relativamente bajos del Brent, que ronda los 78 dólares por barril. Las reservas, equivalentes a 90 días de consumo, incluyen depósitos estatales y comerciales, con refinerías como Sinopec operando a máxima capacidad. Analistas estiman que China podría aumentar sus importaciones en un 5% en 2025 si persisten las hostilidades.
La estrategia busca blindar la economía china frente a una posible escalada que dispare los precios, como proyecta Citigroup, que prevé el Brent en 90 dólares ante un bloqueo en Ormuz. Mientras, la OPEP+ evalúa ajustes en la producción. La ONU instó a evitar conflictos que afecten el comercio energético. Pekín, por su parte, refuerza su autosuficiencia energética, priorizando la estabilidad interna frente a la incertidumbre global.