La elección judicial del próximo 1 de junio representa un parteaguas en la historia democrática de México. Por primera vez, las y los ciudadanos tendrán en sus manos la responsabilidad de decidir quiénes integrarán la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Se trata de una transformación profunda: llevar la voz del pueblo hasta la parte más alta del Poder Judicial.

México está preparado. Las y los votantes han demostrado una clara voluntad de participar, informarse y elegir con libertad. En este contexto inédito, la figura de la ministra Yasmín Esquivel Mossa ha tomado una relevancia especial, al presentarse con una propuesta clara, sólida y profundamente humana: una justicia de puertas abiertas.
La ministra Esquivel ha recorrido buena parte del territorio nacional en las últimas semanas, sosteniendo encuentros con trabajadoras y trabajadores, comunidades, estudiantes y sectores sociales diversos. Su mensaje ha sido firme y coherente: justicia para todas y todos por igual, sin privilegios, sin corrupción y con un rostro humano que escuche, entienda y actúe.
Su trayectoria como ministra ha estado marcada por la defensa de los derechos humanos, el acceso efectivo a la justicia y la construcción de una Corte más cercana a la realidad de las personas. Por eso, su postulación ha sido bien recibida por distintos sectores, y las encuestas la colocan de manera consistente entre las principales aspirantes a encabezar la nueva etapa del máximo tribunal del país.
Este 1 de junio, el número 08 en la boleta representa más que una candidatura: es la posibilidad real de que la transformación llegue al Poder Judicial. Es el paso que faltaba para construir un sistema verdaderamente justo, transparente y al servicio del pueblo.