En Francia, se ha producido una nueva jornada de protestas masivas en contra de la reforma de pensiones del gobierno francés. Según la Confederación General del Trabajo, unos 3,5 millones de manifestantes salieron a las calles el jueves pasado, en lo que ha sido el mayor número de participantes desde el inicio de las protestas. Sin embargo, las autoridades estiman que fueron 1,5 millones de personas las que participaron en la protesta.
Las manifestaciones se han caracterizado por su intensidad y violencia, con grandes incendios y choques entre los manifestantes y la Policía en varias ciudades del país. En París, algunos bomberos se unieron a las protestas, lo que es un hecho bastante significativo ya que normalmente se considera que los bomberos son un cuerpo de seguridad apolítico y neutral.
Se han registrado fuertes enfrentamientos entre manifestantes y policías en numerosas ciudades, especialmente en París, Lyon, Nantes, Lorient, Rennes y Toulouse. También se reportó que los manifestantes erigieron barricadas en la capital para impedir el trabajo de la Policía. Según el ministro del Interior francés, Gérald Darmanin, se registraron alrededor de 140 incendios en París y 149 uniformados resultaron heridos. Además, unas 172 personas fueron detenidas este jueves.
La reforma que ha generado estas protestas busca elevar la edad de jubilación de 62 a 64 años, y fue aprobada el 16 de marzo mediante el uso del artículo 49.3 de la Constitución, que posibilita la adopción de una ley sin el voto de los parlamentarios. La primera ministra de Francia, Élisabeth Borne, ha afirmado que «manifestar y expresar su desacuerdo es un derecho«, pero «la violencia y degradación que hemos presenciado hoy son inaceptables«.
